Me encanta la simetría. No estoy seguro el porqué pero me ha gustado
desde que era pequeño. La mayoría de los niños de mi edad eran
desordenados y olvidadizos. No como yo. Todo tenía su lugar en mi
cuarto, todo estaba donde pertenecía. Mis padres no lo tenían, mis
abuelos no lo tenían tampoco. Ninguna persona de mi familia tenía “eso”.
A lo que me refiero con “eso” es la necesidad, el deseo, la obsesión
por ser perfecto vive dentro de mí. Quería ser perfecto, quería ser
completamente de ambos lados de mi cuerpo.
Desde que me volví un adulto no he podido vivir normalmente. No puedo mantener un trabajo. Mis relaciones no duran mucho porque ninguna chica puede tolerar eso. En realidad, ni me importa cuando me dejan. Ellas son desordenadas y hacen las cosas difíciles para mí. Se mueven a mi lado de la cama en vez de quedarse en el suyo como deberían, dejan platos de un lado de la cocina pero no del otro. Como no tengo trabajo me quedo en casa ordenando todo lo que ellas arruinan. Hasta me hace sentir bien cuando se marchan. Pero el sentimiento no dura mucho, lamentablemente. Eventualmente eso vuelve, y encuentra algo que necesita ser reparado o acomodado. ¿Por qué sigues teniendo relaciones si de todas formas te sientes mejor estando solo?, te estarás preguntando, es porque se me hace difícil estar en la cama sin moverme en toda la noche.
Dejando el trabajo y las relaciones de lado, mi
vida es casi completamente normal. Digo casi, porque aún tengo otro
problema que debo tratar. Tengo algo llamado “Heterochromia Iridum” que
significa que tengo dos iris de colores distintos. Mi ojo izquierdo es
de color azul marino, mi ojo derecho es verde pálido. Todos mis
familiares tienen ojos azules. Mi ojo verde es el que no encaja. Me
hace… des balanceado. Cada vez que me veo en el espejo ahí está,
enfrente mío. Es en todo lo que puedo pensar, todo está en orden excepto
ese pequeño error verde.
No me dolió cuando comencé a insertar la cuchara en
mi ojo.Tampoco me dolió cuando logré sacarlo con un “pop” y estaba
colgando a la altura de mi mejilla. ¿Acaso era el estado de shock en el
que me encontraba lo que reprimía el dolor o era eso? Corté el nervio
óptico con unas tijeras y limpié el líquido tibio que corría por mi cara
con una toalla. Tener mi visión cortada a la mitad se sentía raro. Curé
la herida con unos vendajes y coloqué la cuchara a un lado junto con el
órgano que me había acabado de arrancar de la cara. Me sentía bien
después de haberme librado de ese inconveniente, y me fui a dormir.
Me desperté muy feliz, había dormido mejor de lo
que lo hacía normalmente. Me levanté de la cama y fui a ver el espejo
del baño. Mi cuerpo respondía mal y la cabeza me dolía mucho. Encendí el
interruptor del baño y la luz era cegadora. Removí lentamente el
vendaje cubierto de sangre que cubría parte de mi cara y se aferraba a
ella como cinta adhesiva. Cuando miré el espejo se me revolvió el
estómago.
Me había dado cuenta de que estaba des balanceado… de nuevo.
Me había hecho un hoyo asqueroso en la parte
derecha de la cara. Pero en la otra parte de la cara no tenía ningún
hoyo. Fue muy difícil sacar el segundo ojo. Fallé varias veces en
colocar la cuchara en el lugar correcto, apuñalándome levemente la
pupila varias veces. Cuando logré sacar el ojo de la cavidad solamente
me faltaba conseguir las tijeras para terminar el trabajo. Las hojas de
la tijera estaban embarradas en la sangre seca de la otra noche, así que
no cortaban bien. ¿Recuerdas cuando eras un niño y te mandaban a
recortar figuras de papel para algún trabajo?.¿Alguna vez intentaste
cortar varios pedazos de papel con una tijera vieja y esta no podía
hacerlo bien y terminaba atascada en algún punto y a veces hasta las
hojas se retorcían con un pequeño pedazo de papel entre cada una de
ellas? Eso ocurrió con mi ojo.
Parte del nervio óptico estaba atrapado entre ambas hojas de la tijera. Mientras intentaba
desesperadamente de desatascarla, terminé resbalándome en mi propia
sangre y cayendo al piso. Mis reflejos reaccionaron rápido y solté las
tijeras para colocar las manos enfrente de mí para no caerme de cara y
lastimarme. El peso de las tijeras en mi ojo colgante comenzaba a
lastimarme también, pero no tenía tiempo para ir a la cocina y conseguir
un cuchillo. Así que lo jalé. Lo jalé directamente de mi cara. Podía
sentir como mis nervios y carne
se separaban de mi cráneo. Varios líquidos salpicaban por todos lados.
Sabía que estaba llorando, pero no se podía distinguir las lágrimas del
líquido ocular y la sangre. Cuando logré oír el sonido de la carne llena
de sangre golpear el piso, sabía que lo había logrado. Sabía que eso lo
había conseguido. Podía vivir mi vida sin tener que ver a las personas
desordenadas y sucias vivir las suyas. El alivio era inmenso, y sabía
que esta vez duraría. Nunca me había sentido así en mi vida, estaba
lleno de esperanza. Mientras yacía en el piso de mi baño tenía una
sonrisa muy grande en mi rostro, una sonrisa que no había tenido desde
hace muchos años.
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