En el otoño de 1987, el canal de noticias local WSB-TV 2 de Atlanta, Georgia, buscaba una forma de rellenar un hueco en su programación del Domingo por la mañana.
Luego de algunas solicitudes llevadas a cabo por
varios dueños de negocios locales, decidieron autorizar al joven
reverendo Marly Sachs a utilizar ese tiempo libre para hacer un programa
de temática religiosa, el cual se estrenó el 18 de Octubre sin que se
le diera mucha publicidad.
Las llamadas eran de mujeres (y sólo mujeres), las
cuales hacían vagas referencias a sensaciones incómodas que sentían cada
ciertos intervalos de tiempo durante el programa. Describían la
experimentación de nauseas, dolor de espalda, mareos y visión borrosa.
Estas mujeres, por ninguna razón discernible, estaban convencidas de que
era la visualización de aquel programa lo que causaba sus síntomas.
Después de tres semanas de quejas, se determinó que esos síntomas
aparecían cada intervalos de 12 minutos.
El pequeño equipo del estudio revisó todas y cada
una de las grabaciones, tanto de vídeo como de audio, pero no
consiguieron encontrar nada fuera de lo común. Cuando se le preguntó al
reverendo sobre estos incidentes, él simplemente se limitó a encogerse
de hombros y a decir, crípticamente, que "algunos no pueden lidiar con
la palabra de Dios". El jefe del estudio, al no poder dar explicación a
estos incidentes, decidió seguir trasmitiendo el programa.
En Febrero, la audiencia del programa se redujo
considerablemente y el estudio decidió terminar con el show. El jefe del
estudio decidió que sería más prudente invertir tiempo en las noticias e
historias que habían tenido bastante ocupadas a las otras cadenas de
noticias locales: La epidemia de abortos espontáneos. Había iniciado en
Noviembre, y muy pronto el número de mujeres embarazadas saludables que
abortaban espontáneamente en el área metropolitana de Atlanta había
superado las 300. El Centers for Disease Control no había encontrado ninguna explicación para estos horribles sucesos.
El reverendo se tomó la cancelación de su show con
lo que sólo podría ser descrito como una indiferencia absoluta. Cuando
se le informó, no protestó, sino que meramente asintió con la cabeza.
Abandonó el estudio luego de que fuese filmado el último episodio del
programa, sin decir casi ninguna palabra, para luego desaparecer de la
faz de la tierra. Nadie volvió a oír de él, ni su ex congregación ni
ningún otro miembro de su Iglesia. El estudio siguió adelante, llenando
el hueco con un infomercial y concentrándose en las historias de abortos
espontáneos.
Un año y medio después, un trabajador interno de
los estudios WSB encontró las cintas de "Palabras de Luz" y comenzó a
revisarlas en un intento de encontrar material útil para un especial que
los estudios planeaban hacer sobre el impacto que tenía la religión en
la ciudad. La epidemia de abortos espontáneos (ahora conocida como
"Incidente de Atlanta" en los círculos médicos) había terminado tres
meses después de la cancelación del programa, y su recuerdo ya comenzaba
a extinguirse de la conciencia pública. Mientras el interno revisaba
las cintas, hizo un accidental y perturbador descubrimiento.
Mientras trataba de detener una grabación a los 10
minutos con 45 segundos, atascó el botón para adelantar por accidente.
Mientras las imágenes pasaban, intentó soltar el botón haciendo palanca
con un destornillador. Una vez que tuvo éxito, la cinta se detuvo en el
minuto 32 con 1 segundo. Casi se calló de su silla cuando vio la imagen
que aparecía congelada en la pantalla: La imagen de una cabeza
putrefacta llenando todo el cuadro. Después de componerse, se movió unos
cuadros hacia atrás, y luego otros hacia adelante; se dio cuenta de que
su mente no le estaba jugando trucos. Continuó por el resto de la
grabación y descubrió que la misma imagen aparecía cada 12 minutos.
Creyendo que se trataba de una "broma para el chico
nuevo", le mostró las grabaciones al técnico. El técnico se mostró tan
perplejo como él. Nadie había tocado las cintas desde la cancelación del
show. Después de que los estudios cerraran por la noche, el interno
convenció al técnico de que le ayudara revisando el resto de las
grabaciones. Descubrieron que todos los otros episodios presentaban la
misma horrenda anomalía.
También descubrieron que a medida que el show
progresaba la imagen se hacía más desagradable, viendo cómo gusanos se
comían la carne suelta y la piel y cabellos parecían caerse de forma
exponencial. El técnico indicó al interno que lo que ellos veían era
técnicamente imposible, ya que los vídeos en sí no mostraban signos de
haber sido unidos, y él mismo había estado presente en la filmación de
todos y cada uno de los episodios, por lo que sabía que no podría haber
habido ningún momento en donde la imagen hubiese sido insertada.
Todo esto fue presentado al jefe del estudio quien,
temiendo las reacciones que provocaría el poner aquello en el aire,
ordenó la destrucción de todas las cintas. Les dijo al interno y al
técnico que él no tenía ningún interés en saber qué era lo que estaba
pasando, sino que "cubrir sus culos colectivos era lo único importante
ahora". Ordenó al interno y al técnico que no mencionaran nada a nadie.
El técnico continuó con su vida fácilmente,
recordando el incidente como una anécdota oscura y divertida, pero el
interno no lo iba a olvidar fácilmente. Antes de que las cintas fueran
destruídas, hizo tantas copias como pudo de las grabaciones y se las
llevó para ver si podía encontrar alguna otra cosa que iluminara el
misterio del origen de las imágenes.
Una semana después intentó volver a convencer al
técnico de que le ayudara, diciéndole que creía haber descubierto algo
aún más perturbador que las propias imágenes: Cuando las imágenes eran
reproducidas juntas en orden cronológico, la boca de la cabeza
decapitada parecía moverse, como si estuviese intentando formar
palabras. El técnico, temiendo por su trabajo, le dijo que de deshiciera
de aquellas copias y que no volviera a hablar sobre el asunto otra vez.
Otra semana después, la policía respondió a una
llamada del 911 hecha por de una mujer mayor, de uno de los suburbios de
Atlanta. Había oído unos ruidos horribles viniendo de una de las casas
del vecindario, donde vivía una pareja de jóvenes. Le dijo a la
operadora que la esposa estaba embarazada y que temía que algo horrible
hubiese pasado. Cuando los oficiales llegaron a la escena 20 minutos
después, encontraron las luces de la casa apagadas y la puerta
entreabierta. Ingresaron lentamente y siguieron su camino hasta la sala
de estar.
En su interior encontraron a una mujer, muerta, con
su abdomen abierto de un corte. La herida era irregular y había un
rastro de sangre que iba desde el cuerpo hasta el sofá en el otro
extremo de la habitación. Allí yacía su marido, el interno del estudio,
desnudo, con el cuerpo de su moribundo hijo no nacido a sus pies. En su
mano sostenía la pieza de metal oxidado que había usado para destripar a
su esposa. La televisión estaba encendida, reproduciendo 18 segundos de
la silenciosa imagen de una cabeza en descomposición modulando palabras
ininteligibles.
La historia que los policías cuentan hasta hoy en
día dice que, mientras era llevado fuera de su casa, el interno continuó
diciendo una y otra vez, entre respiros:
"La luz de Dios los llama..."
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