29 sept 2013

El Portal hacia la Mente (Creepypasta)

En 1983 un equipo de científicos profundamente religiosos realizaron un experimento muy radical en unas instalaciones secretas. Éstos tenían la teoría de que un ser humano privado de cualquier sentido o estímulo sensorial podría ser capaz de sentir la presencia de Dios. Creían que los cinco sentidos nublaban la conciencia de la eternidad y que sin ellos, el humano podía de hecho establecer contacto con Dios a través del pensamiento.

Un anciano que aseguraba que «no tenía nada más por qué vivir» fue el único voluntario para el experimento. Para privarlo de sus sentidos, los científicos efectuaron en él una compleja operación en la cual cada nervio sensorial que conectaba con el cerebro fue cortado.

Aunque el sujeto mantuvo funciones musculares totales, no podía ver, escuchar, probar, oler o sentir. Siendo imposible comunicarse o siquiera sentir el mundo exterior, el hombre se quedó solo con sus pensamientos.

Los científicos lo monitorearon mientras que él decía en voz alta sobre lo que pasaba por su mente por medio frases confusas que él no era siquiera capaz de escuchar.

Después de cuatro días, el hombre aseguraba escuchar voces incomprensibles susurrando en su cabeza. Asumiendo que se trataba de un episodio psicótico, los científicos no prestaron mucha atención a lo que él decía.

Dos días después, el hombre gritó que podía escuchar a su esposa muerta hablar con él, e incluso que él podía comunicarse con ella. Los científicos estaban intrigados, pero no estaban convencidos de lo que pasaba hasta que el sujeto comenzó a nombrar a sus propios familiares muertos.

El anciano comenzó a repetirles a los científicos información personal que sólo sus padres o esposas muertas podrían haber sabido. A este punto, una cantidad importante de científicos abandonó la investigación.

Después de una semana de hablar con los muertos a través de su mente, el sujeto empezó a angustiarse, diciendo que las voces eran insoportables. En cada momento de lucidez, su conciencia era bombardeada por cientos de voces que se negaban a dejarlo en paz. Frecuentemente se azotaba a sí mismo contra la pared, tratando sentir algo de dolor. Les suplicaba a los científicos que lo sedaran para que pudiera escapar de las voces al dormir. Así lo hicieron pero esto funcionó solo por tres días, hasta que comenzó a experimentar graves terrores nocturnos. El sujeto repetía que podía ver y escuchar a los muertos en sus sueños.

Solo un día después de eso, el sujeto comenzó a gritar y a rasguñarse los ojos, esperando sentir algo del «mundo físico». El individuo, histérico, comenzó a decir que las voces de los muertos eran «ensordecedoras» y hostiles, que hablaban del infierno y del fin del mundo. En ese punto el hombre gritó « ¡No hay cielo, no hay perdón!» durante cinco horas ininterrumpidas. Constantemente suplicaba que lo mataran, pero los científicos estaban convencidos de que estaba cerca de establecer contacto con Dios.
Pasó otro día y el sujeto no podía ya formar oraciones coherentes. Aparentemente se volvió loco, y comenzó a arrancarse pedazos de uno de sus brazos a mordidas. Los científicos entraron de inmediato a la cámara de observación y lo sujetaron de tal forma que no pudiera matarse.

Después de algunas horas de permanecer atado, el individuo dejó de moverse y de gritar. Miraba de manera ausente al techo y por su rostro comenzaron a correr lágrimas.  Durante dos semanas, el hombre debió ser re-hidratado debido a su llanto constante. Finalmente, movió su cabeza y a pesar de su ceguera, hizo contacto visual con uno de los científicos por primera vez durante el experimento.

Susurró: «He hablado con Dios, y él nos ha abandonado».

Inmediatamente después sus signos vitales se detuvieron. No hubo causa aparente de la muerte.

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