24 sept 2013

Aunque sea el comodín, Pittsburgh dio un paso crucial

Aunque sea el comodín, Pittsburgh dio un paso crucial


De lo primero que hizo Clint Hurdle, luego de ser nombrado manager de los Piratas en el invierno del 2010-11, fue comprar una casa en Pittsburgh.
"Iba a estar completamente comprometido con esto", dijo el capataz.
Hurdle no sólo iba a dirigir a un equipo de Grandes Ligas, sino que iba a ser parte de la comunidad. Cuando las cosas no iban bien, sabría qué diría la gente-y quería escucharlo.
De hecho, más allá del respeto del que goza Hurdle como maestro del bateo y lo demás que brinda como manager-es su habilidad de unir a un grupo de muchachos para lograr una sola meta que lo ha destacado en su puesto.
Entonces, cuando Hurdle se convirtió en residente de Pittsburgh, sabía que había mucho trabajo que hacer. Con un club que no clasificaba desde 1992, muchos de los fans "casuales" habían perdido interés en el equipo local.
Pero eso no era lo peor, sino que los mismos jugadores tampoco creían en los Piratas. Las cosas habían ido tan mal por tanto tiempo que había cierta aceptación de las derrotas. Entonces, Hurdle obligó a sus pupilos a decirle que pensaban que con mucho trabajo y unos cuantos cambios, los Piratas volverían a la postemporada.
En algunos casos, a Hurdle no le gustó lo que escuchó. Esos jugadores no estuvieron presentes para la celebración del lunes, cuando Pittsburgh aseguró su primera clasificación en 21 años.
Ahora todos son creyentes. En Pittsburgh se ve a gente por todos lados vistiendo mercancía de los Piratas.

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