Una proteína encontrada en la membrana celular de microorganismos que
viven en llanuras salinas desérticas podría proporcionar una nueva
manera, respetuosa con el medio ambiente, de usar la luz solar para
generar hidrógeno utilizable como combustible.
Así se ha
determinado en un nuevo estudio, en el que el equipo de Elena Rozhkova,
del Laboratorio Nacional estadounidense de Argonne (ANL) en Illinois,
combinó un pigmento llamado bacteriorrodopsina con nanopartículas
semiconductoras a fin de crear un sistema que usa luz para desencadenar
un proceso catalítico que libera hidrógeno utilizable como combustible.
Los
científicos han sido conscientes del potencial de las nanopartículas de
dióxido de titanio en las reacciones luminosas desde principios de la
década de 1970, cuando unos investigadores japoneses descubrieron que un
electrodo de dióxido de titanio expuesto a luz ultravioleta brillante
podría descomponer en hidrógeno y oxígeno a las moléculas de agua,
mediante un fenómeno al que se le dio el nombre de Efecto
Honda-Fujishima. Desde entonces, los científicos han hecho continuos
esfuerzos para ampliar la reactividad de los fotocatalizadores de
dióxido de titanio en la parte visible del espectro electromagnético.
Cuando
está solo, el dióxido de titanio reacciona con la luz ultravioleta,
pero no con la luz visible. A fin de superar esta limitación, el equipo
de Rozhkova usó moléculas biológicas fotorreactivas como bloques de
construcción para crear un sistema híbrido capaz de usar eficientemente
la luz visible.
Rozhkova y sus colaboradores
recurrieron a la bacteriorrodopsina porque usa la luz solar como fuente
de energía para comportarse como una “bomba de protones”. Estas bombas
son proteínas que típicamente actúan sobre una membrana celular,
permitiendo la transferencia de protones desde el interior de la célula
hacia el espacio extracelular.
Este fotocatalizador híbrido
bioasistido supera a muchos otros sistemas similares en la generación de
hidrógeno, y podría ser un buen candidato para la fabricación de
dispositivos de energía limpia que se nutran de dos recursos
prácticamente inagotables: la luz solar y el agua salada.
En el
trabajo de investigación y desarrollo también han participado Peng Wang,
Shankar Balasubramanian y Tijana Rajh, del Laboratorio de Argonne, así
como Richard D. Schaller de la Universidad del Noroeste en Evanston,
Illinois, Estados Unidos.
24 sept 2013
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